
En virtud de un
ciervo herido por nueve flechas que miente en un césped en medio de algunos árboles. El hocico de los ciervos se sustituye por el rostro de
Frida, sobre cuya cabeza hay dos enormes cuernos y ramificada. El ciervo es una decepción para las esperanzas frustradas.
Frida, de hecho, en 1946 se había enfrentado a otra cirugía de espalda
en un hospital de Nueva York y esta vez estaba convencido de que el
dolor pasaría. Después de un tiempo, sin embargo, el dolor comenzó de
nuevo y el artista cayó en una profunda depresión. En la parte inferior
se ve un nublado pero soleado y esto augura una leve esperanza para un
futuro lejano. Tan lejos que el ciervo no será capaz de llegar a él.
La tristeza por el dolor que no paraba más acompañó
a Frida Kahlo
en México, donde el artista comenzó a darse cuenta de que no iba a ser
sanado. Destino, otro de los temas de algunas pinturas anteriores,
también regresa en esta pintura, que se describe como un destino
inexorable. El marco
El ciervo herido fue dado a Lina y Arcady Boyter como regalo de bodas.
En una carta a la pareja, Frida admitió que esta imagen, al igual que
sus otras obras, refleja su tristeza existencial, que era una parte
clave de su forma de interpretar la vida.